martes, 17 de junio de 2014

Persiguiendo templarios, el reportaje final

Después de muchos meses y una larga espera, aquí os traigo, al fin, el reportaje en el que se han centrado todos los esfuerzos. Lo que os contaba en el post anterior (http://templariosengalicia.blogspot.com.es/2014/05/tras-la-pista-de-los-templarios-la.html) es sólo una pequeña muestra de lo que os vais a encontrar en el interior de este reportaje, un completo recorrido por las huellas que dejó la Orden del Temple tras su paso por Galicia. Deseo que os guste, aunque os advierto que hace falta tiempo y paciencia para leer tantas páginas. ¡Espero vuestros comentarios!

martes, 6 de mayo de 2014

Tras la pista de los templarios. La encomienda de Faro


 Hasta ahora os he contado cómo fue el paso de los caballeros templarios por el reino de Galicia, sus encomiendas y posesiones y los personajes más destacados de la sociedad gallega que tuvieron relación con esta orden religioso-militar. Ha llegado el momento de relatar qué es lo que queda hoy en día de la Orden del Temple en la comunidad autónoma gallega.
A lo largo del último mes y medio, siguiendo las pistas e indicaciones que escritores e historiadores- como Carlos Pereira Martínez, Xavier Musquera o Gonzalo Martínez Díez- han ido recabando en sus investigaciones, he recorrido los principales rincones de Galicia dónde se conoce, se intuye o se rumorea que estuvieron los caballeros templarios hace ocho siglos. Empezaremos por la bailía de Faro, considerada como la más importante dentro de la estructura templaria del reino leonés. 
Como os relataba en post anteriores, la bailía de Faro, plenamente constituida ya en el año 1200, tenía su núcleo central en lo que hoy son las actuales villas de O Burgo y O Temple. En el caso de la última localidad, la propia toponimia ya nos una pista más que nítida.
Siendo tal la relevancia de este lugar, era una parada obligada en mi recorrido tras las pisadas que reflejan la estancia de la Orden del Temple en Galicia. El aspecto de O Burgo y O Temple en poco recuerda hoy en día al de dos aldeas medievales, pero con un poco de imaginación todo es posible. Hay dos puntos de atención clave en la zona: la iglesia de Santa María do Temple y el llamado Puente de los templarios sobre la ría de O Burgo, que comunica las dos parroquias. Dos elementos que, ocho siglos atrás, incluían un tercero: la fortaleza de O Burgo, hoy desaparecida. Si uno borra de su mente, durante unos instantes, los coches, edificios y demás elementos modernos, verá ante sus ojos el prototipo de un burgo medieval: calles empedradas, artesanos y mercaderes ambulantes de los diferentes gremios, viajeros y peregrinos y, en este caso, también caballeros templarios. Todo ese ambiente de los siglos XII y XIII regresa a la ciudad en el mes de julio cuando se celebra el Mercado Templario, una feria que rememora el paso de la Orden del Temple por el concejo de Culleredo.
Las huellas templarias en este lugar se pueden observar principalmente en la toponimia, plasmada en diferentes carteles y señales. Santa Maria do Temple y el Puente de los Templarios son las principales, pero a lo largo de mi paseo por ambas villas me encuentro otras como la “Rúa Temple”, justo delante de la iglesia.
Al cruzar el puente medieval, de considerado origen romano y reconstruido en el siglo XII, me encuentro con dos escudos grabados en piedra: el de Culleredo y el de Cambre, ambos unidos por la vetusta pasarela. Llamó mi atención que uno de los elementos que conforman el primer blasón es una cruz paté como las empleadas por el Temple. Otro indicio más de la presencia templaria en el lugar. Al otro lado del puente me encuentro con la ermita de Santa María do Temple, construida en el siglo XII .La imagen que traslada  es la de un templo descuidado y demacrado por el paso del tiempo. El letrero que en un tiempo pasado lucía el nombre de la iglesia hoy en día apenas se puede leer. En sus muros y portadas no se observan cruces paté, ni símbolos que puedan recordarnos a los templarios.
Otra cara muestra la vecina parroquia de Santiago do Burgo, que, al igual que la de Santa María, sigue al pie de la letra los patrones del estilo románico. Más su aspecto es notablemente opuesto. Se puede apreciar una restauración y un lavado de cara reciente, que dejó al descubierto un bello y sencillo templo cuyas primeras piedras se remontan al siglo XI, si bien experimentó una profunda renovación en el siglo XVII. La iglesia originaria bien pudo pertenecer en su momento a los templarios, pero de la construcción original poco se conserva. Lo más característico que mis ojos detectaron fue un grabado sobre una pequeña puerta de madera, a la izquierda de la portada principal. Dentro de un semicírculo se hallaba una figura animal con una cruz sobre el lomo. Más tarde descubrí que se trata del Agnus Dei, un icono de la Cristiandad que, en el mundo del arte, simboliza el martirio de Jesucristo, pero también es una referencia al Apocalipsis. La Orden del Templeadoptó  este signo y muchos Maestres loutilizaron en sus sellos. Sería poco prudente afirmar que este relieve es una inequívoca señal templaria; sin embargo, esta no será la primera vez que me tope con el Agnus Dei en una iglesia vinculada con la Orden del Temple. 

Cambre y la leyenda de la hidria 
A escasos cinco kilómetros de O Temple se encuentra la localidad de Cambre, otro de los enclaves relacionados con la Orden del Temple, dependiente de la bailía de Faro. Lo que permanece hoy en el lugar es la iglesia de Santa María de Cambre, en cuyo interior vamos a encontrar una leyenda muy particular que vincula directamente a Jesucristo y a los caballeros templarios. 
La ermita de Santa María se encuentra en el centro de la ciudad coruñesa, rodeada de zonas verdes. De estilo románico, pero con una ornamentación más rica que la de Santa María do Temple, fue erigida en el siglo XII- 1194 concretamente- como parte de un monasterio del que nada se conserva hoy y la tradición dice que la construyeron los propios caballeros templarios. La iniciativa de la construcción, según se cuenta, partió de la familia de Traba, de la cual ya he mencionado su vinculación con el Temple.
Tras una atenta mirada entorno a la iglesia, reparo en un elemento de la portada principal que ya me es familiar: un relieve del Agnus Dei tallado dentro de un círculo y acompañado por dos ángeles. Y aún queda un lugar del que hablar donde una talla del Agnus Dei está reconocida como símbolo templario, pero esa historia la contaré más adelante.
Sin duda, lo realmente destacable de Santa María de Cambre se esconde en su interior. Nada más atravesar la puerta de madera, en cuanto la vista se ha acostumbrado a la penumbra, veo a mi izquierda una especie de pila de piedra, con símbolos esculpidos. Se trata de la Hidria de Jerusalén. Se cuenta que es nada menos que una de las hidrias en que Jesucristo obró el milagro de convertir el agua en vino durante las bodas de Caná, tal y como relata la Biblia.
La hidria fue expuesta en un primer momento en la iglesia de Santa María do Temple, más se cuenta que, tras la disolución de la Orden en el siglo XIV, encontró su hogar definitivo en Santa María de Cambre. Pero, ¿cómo llegó la tinaja desde Jerusalén? Existen dos hipótesis acerca de su traslado: Una de ellas afirma que fue el conde Fernando Pérez de Traba quien la trajo de Tierra Santa en uno de sus viajes; la otra, que fueron caballeros templarios los responsables de su llegada a Galicia.  

Aquí finaliza el recorrido tras la pista de los templarios por hoy.  Antes de finalizar, os lanzo algunas preguntas: ¿Qué sabéis de la presencia templaria en las localidades citadas? ¿Conocíais algo sobre la leyenda de la hidria de Caná en Cambre? ¿Qué más cosas sabéis de la presencia templaria en la encomienda de Faro?

Para completar la información del texto nada mejor que un buen complemento visual, aquí os dejo aquí el enlace a la galería con las imágenes más destacadas de mi visita a O Burgo, O Temple y Cambre: https://plus.google.com/photos/106522443584593953240/albums/6010346830855954881?authkey=CLS2jKiEkY3CYQ

miércoles, 2 de abril de 2014

Las cruces del Temple


Cruz de aparente origen templario. Santa María de Azogue (Betanzos)
Introduzco aquí este post, entre medias, porque creo que tiene una especial importancia hacer referencia a los símbolos e insignias de los caballeros de la Orden del Temple a la hora de contar qué es lo que queda hoy en día de los templarios en Galicia. Un tema que empezaré a desarrollar en la próxima entrada y donde os contaré los frutos que dieron mis visitas a diferentes enclaves de Galicia que guardan, en mayor o menor medida, relación con los templarios.
Si hay un emblema característico por excelencia de la Orden del Temple es la cruz roja, que los caballeros lucían en su indumentaria. Los miembros de la hermandad comenzaron a utilizarla a partir del año 1147, cuando el papa Eugenio III les concedió el derecho a portar una cruz sencilla sobre el manto blanco, colocada sobre el hombro izquierdo. Una insignia fija que simbolizada el voto de cruzada jurado por los caballeros al ingresar en la Orden; un voto que también era de carácter permanente. Sin embargo, tal y como nos relata Xavier Musquera, uno de los grandes investigadores de la Orden templaria, el pontífice no hizo alusión en ningún momento al diseño que debía tener dicha cruz.
La forma posiblemente más conocida de la cruz templaria es la denominada patada o paté, que se caracteriza porque sus cuatro brazos, simétricos, se van ensanchando desde el centro hasta los extremos. Una forma que recuerda a unas patas, de ahí la denominación. Esta figura se puede visualizar en iglesias y templos que pertenecieron a la Orden y en las tumbas de los caballeros.
La más conocida, sí, pero no la única que se puede atribuir a los caballeros del Templo de Salomón. Musquera nos describe otros tres tipos de cruz que se pueden relacionar con la orden: la cruz griega, con los cuatro brazos iguales; la cruz patriarcal, considerada como la primera que lucieron los miembros de la Orden del Temple y formada por dos brazos horizontales sobre uno vertical más alargado; y la Tau, inspirada en la letra griega del mismo nombre. Esta última, que se puede entender como la inicial de Temple, fue la menos empleada por los templarios, aunque en algunas iglesias o edificios que les pertenecieron aún puede verse esta cruz.
Aún podemos mencionar un quinto tipo de cruz asociada a la Orden del Temple: la cruz de Malta o ‘Cruz de las ocho beatitudes’. Posee ocho puntas que convergen en el centro para formar cuatro puntos de unión. Más de un misterio gira en torno a esta cruz, de la que se dice que fue empleada para descifrar el alfabeto secreto de la Orden (para saber más: http://marian-detodounpoco.blogspot.com.es/2010/11/el-alfabeto-secreto-de-los-templarios.html).
Aunque el color rojo en las cruces sí fue exclusivo de la Orden del Temple (del mismo modo que el negro identificaba a los teutónicos o el blanco a los miembros de la Orden de San Juan), no se puede decir lo mismo de las cruces. Otras órdenes religiosas y militares del momento- y posteriores-, lucieron emblemas de similar forma. La Orden de los Caballeros Teutones, por ejemplo, lucía en sus escudos una cruz negra, muy similar a la cruz paté templaria, aunque con el brazo inferior más alargado. Esto complica aún más la difícil tarea de dilucidar si una cruz grabada sobre la fachada de una iglesia perteneció al Temple, a otra Orden o si el maestro constructor responsable la cinceló sobre la piedra sin saber si siquiera el profundo significado que escondía tras de sí.
No son los únicos símbolos que puede relacionarse con los caballeros de la Orden del Temple, pero de las demás señales hablaremos a su debido tiempo.

domingo, 23 de marzo de 2014

La presencia templaria en el Reino de Galicia

Exposición termparia en Peñíscola (agosto de 2010)
Nos encontramos en el año 1310. Los miembros de la Orden del Temple del Reino de Castilla y León han sido citados en la villa de Medina del Campo por orden del Papa Clemente V- a instancias de Felipe, el Hermoso,  para ser juzgados y procesados. Era el principio del fin de la hermandad templaria.
Aunque de eso nos ocuparemos más adelante. Lo que nos interesa de esa fecha es que los documentos de la época que hacen alusión a dicho proceso recogen los nombres de las seis encomiendas templarias que aún perduraban en la región: Faro, en las inmediaciones de A Coruña; Amoeiro, en la provincia de Ourense; Coia, próxima a Vigo y Canabal, San Fiz do Ermo y Neira, en la provincia de Lugo. Se sabe que existió una séptima encomienda en la villa de Betanzos, ya desaparecida por aquel entonces.  Pero, ¿cómo y cuándo se produjo el asentamiento de la Orden del Temple en el Reino de Galicia?
Hablar de la llegada de los templarios al territorio gallego implica necesariamente mencionar un nombre propio: el Conde Fernando Pérez de Traba, perteneciente a una de las familias nobles gallegas más importantes del momento. Fue precisamente su segunda esposa, Teresa de Portugal, la que en 1128 hizo entrega a la Orden del Temple de la fortaleza de Soure. Se sabe que Fernando Pérez de Traba viajó en dos ocasiones a Jerusalén, donde conoció las andanzas de los templarios. Juan Gabriel Satti Bouzas, periodista gallego e investigador de los pasos de los templarios, cuenta que su primer acercamiento al Temple llegó en 1147 a través de uno de los mayores valedoresde la Orden: San Bernardo. La Segunda Cruzada estaba en marcha y una expedición de cruzados integrada por ingleses, alemanes y flamencos tuvo que hacer escala en tierras gallegas a causa de un fuerte temporal. Fue allí donde Fernando Pérez de Traba y Bernardo de Claraval se conocieron y de donde nació el apoyo del Conde a la Orden del Temple. 

La encomienda de Faro 
Avanzamos hasta el año 1211. Alfonso IX reina en  León, aún separado del reino de Castilla. De manos del regente, la Orden del Temple recibió la villa y la fortaleza de Ponferrada, un enclave muy próximo a los límites entre León y el territorio gallego. En esa misma fecha hay constancia de que los caballeros templarios recibieron territorios gallegos, en las zonas de Limia, Lemos, San Miguel de Canedo, Faro y Cambre, tal y como nos relata Gonzalo Martínez Díez en Los Templarios en los Reinos de España.
Pero, si estudiamos el origen de las encomiendas, nos encontramos con que ya existían bailías templarias plenamente constituidas en fechas anteriores. Es el caso de la encomienda de Faro, que tuvo una gran importancia, tanto en Galicia como en el conjunto del reino leonés. De hecho, en la cercana villa de Burgo de Faro había sido construida una fortaleza templaria durante el reinado de Alfonso VII (1126-1157), por lo que el asentamiento templario se produjo a lo largo del siglo XII. A esta encomienda, la primera que poseyó el Temple en el reino gallego, pertenecieron, entre otros lugares, la citada villa de O Burgo y la parroquia de Santa María do Temple, conectadas entre sí por un puente románico conocido en el lugar como puente de los templarios.
El emplazamiento de este territorio nos da la pista principal de su importancia. Una villa portuaria por la que transcurría la llamada ruta gascona, que unía el puerto francés de La Rochelle con Lisboa, pasando por Galicia, y que por lo tanto representaba un enclave ideal para el comercio y la peregrinación.
Sin abandonar la provincia de A Coruña y siguiendo las investigaciones del historiador gallego Carlos Pereira Martínez, es necesario mencionar otras dos encomiendas, que no figuran en los documentos de 1310: Lendo y San Sadurniño.
De la bailía de Lendo se tuvo constancia por vez en primera en torno al año 1214 y las principales hipótesis apuntan a que su origen está vinculado a una serie de bienes cedidos por la encomienda de Faro, cuyo número obligó a la formación de una nueva encomienda para facilitar su administración. Ubicada en el actual concejo de A Laracha, este territorio también podía presumir de una situación estratégica, pues por ella transcurría una importante vía de comunicación. Respecto a San Sadurniño, la primera prueba de su existencia es un documento del año 1248, por lo que su formación tuvo que producirse a comienzos del siglo XIII. Carlos Martínez Pereira resalta, también en este caso, la relevancia de la ubicación del lugar. Por San Sadurniño discurría uno de los Caminos del Norte que llevaban a Santiago de Compostela, procedente de Asturias y del norte de las provincias de Lugo y A Coruña. 

Los asentamientos templarios en Lugo y Ourense 
Peñíscola (2010)
Según las investigaciones llevadas a cabo por historiadores e investigadores, tres encomiendas tuvo la Orden del Temple en la provincia lucense: Canabal, San Fiz do Ermo y Neira dos Cabaleiros. De las dos primeras bailías se cree que fueron fundadas cerca de la primera mitad del siglo XIII, aunque eso no quiere decir que no hubiera presencia templaria con anterioridad, como bien nos avisa Carlos Pereira Martínez. De hecho, hasta nuestros días ha llegado el dato de que los templarios ya habían estado en Canabal en el año 1166, gracias a un documento procedente del monasterio de Ferreira de Pallares. De San Fiz do Ermo, situado en el concejo de Guntín, se sabe que estuvo en manos templarias durante el siglo XIII e contaba con varias propiedades agrícolas e inmobiliarias en localidades como Palas de Rei.
Diferente es la situación de la encomienda de Neira, cuya única alusión la hallamos en 1310, cuando la Orden del Temple fue convocada en Medina del Campo. El misterio gira en torno a esta encomienda, cuya emplazamiento exacto es aún hoy incierto. Gonzalo Martínez Díez apuesta por Neira dos Cabaleiros, en la región de Láncara, precisamente por la pista que da el topónimo.
Dejamos Lugo al Norte y bajamos hacia la provincia de Ourense para hablar de la encomienda de Amoeiro, otra de las que sobrevivió hasta 1310. Poco se sabe acerca de este emplazamiento templario más allá de que la bailía tenía propiedades en villas próximas como Astureses.
Si escasos son los datos sobre Amoeiro, todo lo referente a la encomienda de Coia, en la provincia de Pontevedra, es aún más enigmático si cabe. Un documento de 1232 aparece mencionado el comendador de Coia, por lo tanto lo más probable es que en esa fecha la encomienda estuviera ya en pleno funcionamiento. Ciudades como Vigo, Redondela o incluso Pontevedra pudieron estar vinculadas a la encomienda de Coia y, por tanto, guardar entre sus rincones huellas de la presencia de la Orden del Temple. De hecho, el árbol que aparece en el escudo de Vigo era un olivo que plantaron los caballeros templarios junto a la Colegiata de Santa María. El árbol original fue derribado al construir una nueva iglesia, pero se conservó una rama de la que nació un nuevo olivo, actualmente plantado en el Paseo de Alfonso XII. 
Aunque no se hayan conservado pruebas documentales que recojan exactamente dónde y cuándo estuvieron los caballeros de la Orden del Temple en Galicia, sí que podemos encontrar huellas que nos lleven hasta ellos. Una cruz semioculta en una iglesia, que en multitud de ocasiones pasaría desapercibida ante nuestros ojos, se convierte ahora en todo un descubrimiento. Y es precisamente eso lo que he hecho la última semana, recorrer pueblos e iglesias de casi toda la comunidad gallega. Pero de eso os hablaré en sucesivos post. Baste con decir por ahora que nunca volveré a mirar una iglesia o un monasterio con los mismos ojos.

miércoles, 19 de febrero de 2014

De Jerusalén a la Península Ibérica


Año 1130. Península Ibérica. Ha transcurrido casi un siglo desde la caída del Califato de Córdoba, pero la presencia islámica en el territorio ibérico aún es fuerte. Tras cincuenta años dividida en reinos de taifas, Al-Andalus se encuentra ahora bajo el mando del imperio almorávide, aunque los primeros indicios de revolución contra esta dinastía árabe empiezan a ser palpables y no tardará en producirse una nueva escisión entre los territorios que desemboque en los segundos reinos de taifas.
Tal es la situación en que se encuentra la región actualmente integrada por España y Portugal cuando los caballeros de la Orden del Temple, liderados por Hugo de Payns, deciden retornar a Jerusalén. Allá por donde pasaron quedaron numerosas encomiendas, o asentamientos templarios, resultado de las múltiples donaciones que a la Orden llegaron. La expansión occidental del Temple era una realidad. 

Toma de contacto con la Península Ibérica

Mapa: http://bit.ly/1maE5Ai
1128; la región no musulmana de la Península se encontraba dividida en cuatro reinos: el condado de Barcelona, bajo el gobierno del conde Ramón Berenguer III; el reino de Navarra y Aragón, regido por Alfonso I, el Batallador; el reino de León, que regentaba Alfonso VII de León; y el condado de Portugal, que por aquel entonces pugnaba por convertirse en un reino independiente con el futuro Alfonso I de Portugal a la cabeza.
En esa fecha  está documentada la primera presencia de la Orden del Temple en la Península Ibérica. En Portugal, la orden religioso- militar recibió el castillo de Soure de la mano de la condesa Teresa de León, madre de Alfonso Enríquez- futuro Alfonso I. 
En el post de la pasada semana os pedía que recordarais el nombre de Hugo Rigaud, Maestre designado por Hugo de Payns para gobernar los territorios de Languedoc, Provenza y España. Este caballero templario estuvo presente en el primer contacto de la Orden del Temple con España. Ocurrió tres años después de la cesión de la fortaleza de Soure.
1131, Barcelona. La instauración de la Orden del Temple llega a oídos del conde Ramón Berenguer III, el Grande. A sabiendas de que el término de su vida estaba próximo, decide entregarse en cuerpo y alma a la orden templaria. Cinco días después, fallece. Además de su persona, donó a los templarios el castillo de Grañena (en la actual provincia de Lérida), una entrega en la que estuvo presente Hugo Rigaud, en calidad de Maestre provincial templario. Poco tiempo después, Armengol VI, sucesor de Ramón Berenguer III, les donó la fortaleza de Barberá, cercana a la localidad de Montblanc. De nuevo con Hugo Rigaud como testigo de la concesión.
La Orden del Temple se establecía de esta manera en el condado de Barcelona y adquiría un compromiso con los cristianos de la Península Ibérica en su particular guerra contra el Islam, una batalla en la que la colaboración de los templarios- y de otras órdenes religioso-militares- sería fundamental.
1131, reino de Aragón y Navarra. Alfonso I, el Batallador tenía en alta estima a las órdenes religiosas de Tierra Santa con presencia en la Península. A saber: la Orden del Temple, la Orden del Santo Sepulcro y la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Tanta, que decidió designarlas como únicas herederas de su reino. En 1134, próxima su muerte, ratificó el testamento. Sin embargo sus súbditos no iban a aceptar de buenas a primeras que el reino de Aragón y Navarra quedara a merced de tres órdenes religiosas con vocación militar. Esto causó la escisión del reino en dos; los nobles navarros nombraron rey a García Ramírez, mientras que los aragoneses escogieron a Ramiro, hermano del fallecido Alfonso I. Unos años
Castillo de Miravet, feudo templario desde 1153 (Ernest Descals)
después, Ramiro II, el Monje abdicó en Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, permitiendo la unificación de Aragón y Cataluña. Todo este proceso histórico es fundamental para ilustrar la penetración y asentamiento de la Orden del Temple en las regiones de Cataluña y Aragón. Ramón Berenguer IV convirtió a los templarios en la orden más privilegiada del reino: les entregó tierras, rentas, fortalezas y un quinto de todos los territorios que conquistara, les eximió del pago de impuestos, peajes y tributos y les garantizó que su consejo sería determinante a la hora de firmar cualquier tratado o tregua con los musulmanes. Su participación en la lucha contra el reino islámico se convirtió en realidad en torno a 1148, cuando se pusieron a las órdenes de Ramón Berenguer IV para enfrentarse a los almorávides y reconquistar las plazas de Tortosa y Lérida.
 

El episodio de Calatrava 
Es posible que la Orden del Temple pisara el reino de Castilla en alguna fecha anterior, pero su primer contacto oficial, documentado, tuvo lugar en 1146 con la entrega de Villaseca, cerca de Soria, por parte del monarca Alfonso VII. Unos años después- la fecha se desconoce- recibieron la fortaleza de Calatrava. Ubicada en la calzada que conectaba Toledo y Córdoba, era un enclave fundamental en la pugna que mantenía cristianos y musulmanes por el control de la vía de comunicación.
Llegamos al año 1157. La dinastía almohade, tras conquistar la plaza de Almería, amenaza con lanzar sus ejércitos contra Toledo. En medio, la fortaleza de Calatrava. En su interior, unos caballeros templarios que sufrían la escasez de medios económicos y humanos para el combate. No podían hacerle frente a un ejército almohade. Eligieron abandonar y devolvieron la fortaleza de Calatrava a Sancho II, uno de los sucesores en el trono de Alfonso VI. De esta deserción nació una nueva hermandad: la Orden de Calatrava. Su éxito de convocatoria y reclutamiento evitó cualquier intento de ataque almohade sobre la ciudad de Toledo. El prestigio de la Orden del Temple en el reino castellano se vino abajo igual que una casa de naipes ante un ligero soplo de aire y su desarrollo y extensión por esas tierras tendría que esperar casi un siglo, hasta que los reinos de León y Castilla- separados a la muerte de Alfonso VI y entregados a sus dos hijos Sancho III y Fernando II- vuelven a unirse en 1230.
Para entonces, la expansión de la Orden del Temple había llegado a prácticamente todos los reinos de la Península Ibérica y su contribución en la lucha contra el Islam había reducido la invasión musulmana a unos pocos reinos de taifas. En 1238 sólo el reino nazarí de Granada permanecería bajo su influencia. Sin embargo, tenían cada vez más competencia dentro de la Península Ibérica con el desarrollo de las órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, que se unían a la órdenes ya presentes en el territorio ibérico. 
Recalco que la mayor parte de los reinos hispánicos habían acogido a la Orden del Temple. A pesar de estar en la esquina más occidental de la Península, Galicia no se quedó aislada del contacto templario. Pero esa es una historia que conoceréis la semana próxima. Igual que en el post anterior, os lanzo una pregunta: ¿Por qué creéis que en el territorio gallego no hubo- o no se tiene- tanta constancia del paso de la Orden del Temple? 

martes, 11 de febrero de 2014

En defensa de los Santos Lugares


Ilustración sobre la I Cruzada (Fuente: Encarta)
Corría el año 1071 de nuestra era; el imperio bizantino acababa de perder la ciudad santa de Jerusalén a manos de los turcos selyúcidas. Atrás quedaba una época de tranquilidad y buenas relaciones entre Bizancio y los musulmanes de Palestina, que había impulsado la peregrinación a los Santos Lugares. Bajo el mando de la dinastía selyúcida, un gran desorden se apoderó del territorio y los caminos a Jerusalén se hicieron más que peligrosos.
Así transcurrieron catorce años en los que la peregrinación a Tierra Santa se vio dramáticamente reducida. Los pocos valientes que osaban aventurarse hacia lo desconocido, no regresaban; los salteadores de caminos se encargaban de ello. La hegemonía turca complicaba, además, la situación de los cristianos asentados en Oriente, que veían como sus lugares de culto eran asaltados y profanados. Había que actuar.
El emperador bizantino Alejo I pidió ayuda a Occidente y Occidente respondió. En 1095 el sumo pontífice de la Cristiandad Urbano II, en el marco del Concilio de Clermont, llamaba a los caballeros cristianos a responder a la llamada de Bizancio. Era el momento de tomar las armas y acudir al auxilio del Jerusalén cristiano y liberar la ciudad del yugo turco. Era el comienzo de la Primera Cruzada. Un lustro después, el 15 de julio de 1099, los cruzados recuperaban la metrópoli santa, aunque a un alto precio: el excesivo derramamiento de sangre que tuvo lugar entre los muros de Jerusalén.
[Para saber un poco más de las Cruzadas os dejo este documental de Canal Historia http://www.youtube.com/watch?v=cKp9Y5ipcE0] 
Con la ciudad liberada y de nuevo en manos cristianas urgía la formación de un gobierno permanente y estable y establecer vías de comunicación seguras para los peregrinos que, por fin, podían retornar a Tierra Santa. 

Hugo de Payns, el hacedor 
Esta necesidad de protección de los peregrinos y de defensa de los Santos Lugares proporcionó el escenario ideal para el nacimiento de la Orden del Temple. Se desconoce de quien fue la idea primordial de crear la hermandad, pero sí hubo un nombre propio a la hora de hacer realidad el proyecto: Hugo de Payns. Miembro de la nobleza media francesa, peregrinó a Jerusalén tras la conquista acompañando al conde Hugo de Champagne.
Hay muchas  incógnitas alrededor de la fecha exacta de fundación de la Orden. Unos autores hablan de 1119, otros de 1120. Gonzalo Martínez Díez, autor de Los Templarios en los Reinos de España, se decanta por este último, cuando Hugo de Payns y ocho compañeros juraron los votos sagrados de entregar su vida a la defensa de los peregrinos y a luchar contra los enemigos de su rey. La Orden de los Caballeros del Templo de Salomón estaba formada. Pero, ¿qué eran exactamente los templarios?
Uno de los tópicos erróneos acerca de la Orden es que sus integrantes eran mitad soldados- mitad monjes. Craso error. Eran monjes completos y soldados integrales. Los nueve templarios originales tomaron los votos religiosos de pobreza, castidad, obediencia y oración, a los que se añadía el juramento de la protección y defensa. Eso implicaba unir armas y religión, algo inédito hasta entonces, pero que Hugo de Payns anhelaba desde joven. «Hugo de Payns quería ser al mismo tiempo y desde su juventud monje y soldado: hacer la guerra para Dios», explica Laurent de Vargas en El libro negro de los Templarios. 

De Tierra Santa a Europa 
Los primeros años de existencia de la Orden del Temple se limitaron a la ciudad de Jerusalén y alrededores. No es hasta 1127 cuando, guiados por Hugo de Payns, los templarios realizan su primera misión extramuros. Europa esperaba.
El objetivo de la expedición era triple: obtener recursos económicos para la congregación, reclutar nuevos miembros y alentar a los guerreros cristianos para que acudiera a la defensa del Santo Sepulcro y, sobre todo, lograr la aprobación del Papa de la Orden templaria.

Las dos primeras metas fueron ampliamente satisfechas a lo largo y ancho del continente europeo. El tercer propósito requirió de un esfuerzo notablemente mayor. Aunque Hugo de Payns ya había comunicado al pontífice Honorio II la creación y objetivos de la Orden al poco de iniciar el viaje por Europa, la aprobación definitiva llegaría en 1129, durante el Concilio de Troyes.
La intervención de San Bernardo fue determinante para lograrlo. La imagen de una orden religiosa dedicada a la guerra defensiva no gustó precisamente a la Cristiandad occidental y fue un arduo trabajo cambiar su parecer. Pero San Bernardo, inicialmente reticente a este tipo de prácticas, consiguió lo imposible a través de la carta «De laude novae militiae», en la que apelaba a la defensa de los Santos Lugares por parte de los milites Christi y no de caballeros profanos, sedientos de sangre y oro.
Los caballeros templarios ya constituían una Orden legal a los ojos de las instituciones eclesiásticas y habían cumplido sobradamente los tres objetivos marcados al comenzar el viaje por Europa. Era el momento de regresar a Jerusalén. Pero antes, Hugo de Payns hubo de designar a dos Maestres para la administración y gobierno de todas las tierras y viviendas que habían recibido a través de donaciones. Payen de Montdidier se ocupó de los territorios de Francia y Flandes; Hugo Rigaud hizo lo propio con Provenza, Laguedoc y España. Recordad este último nombre porque tendrá su importancia a la hora de hablar de la llegada de los templarios a la Península Ibérica. 
Antes de cerrar este post, os pregunto. ¿Os imaginabais todo esto al pensar en la formación de la Orden del Temple? ¿O vuestro concepto de templarios era algo más “mosqueteresco”?

jueves, 6 de febrero de 2014

En sus marcas, listos... ¡ya!

Castillo de Miravet (año 2008)
Han pasado novecientos años desde la llegada de la llamada Orden del Temple a la Península Ibérica. Los ecos de su estancia aún resuenan en los tiempos modernos y una gran parte de su legado continúa vivo, bien a través de novelas y ensayos que recrean la vida y hazañas de los caballeros templarios, bien en cada una de la piedras que conforman las diversas fortalezas templarias que aún siguen en pie. 
Galicia no se quedó al margen y se sabe que esta orden religiosa y militar estuvo en diversos asentamientos de la comunidad gallega. ¿Cúales fueron estos rincones? Y, sobre todo, ¿qué queda actualmente del paso de los templarios en ellos? Averiguarlo es el principal objetivo de este blog que hoy os presento.
Los templarios en el Reino de Galicia forma parte de un proyecto de gran envergadura como lo es el Trabajo de Fin de Grado (TFG) de la carrera de Periodismo. El producto final será un completo reportaje que relate el paso de los templarios por Galicia, incidiendo en las pruebas que a día de hoy dan fe de su estancia, así como la relación que tuvieron con el Camino de Santiago, uno de los emblemas de la comunidad autónoma. El blog constituye una pieza clave en el proceso de documentación, investigación y elaboración del reportaje. En él iré publicando, con una actualización principalmente semanal, la información y los datos que vaya recopilando y que permitan conocer a la misteriosa Orden del Temple. 
Todos los datos, opiniones y comentarios que deseéis compartir conmigo serán más que bienvenidos y tendrán su pequeño espacio en el reportaje final.