miércoles, 19 de febrero de 2014

De Jerusalén a la Península Ibérica


Año 1130. Península Ibérica. Ha transcurrido casi un siglo desde la caída del Califato de Córdoba, pero la presencia islámica en el territorio ibérico aún es fuerte. Tras cincuenta años dividida en reinos de taifas, Al-Andalus se encuentra ahora bajo el mando del imperio almorávide, aunque los primeros indicios de revolución contra esta dinastía árabe empiezan a ser palpables y no tardará en producirse una nueva escisión entre los territorios que desemboque en los segundos reinos de taifas.
Tal es la situación en que se encuentra la región actualmente integrada por España y Portugal cuando los caballeros de la Orden del Temple, liderados por Hugo de Payns, deciden retornar a Jerusalén. Allá por donde pasaron quedaron numerosas encomiendas, o asentamientos templarios, resultado de las múltiples donaciones que a la Orden llegaron. La expansión occidental del Temple era una realidad. 

Toma de contacto con la Península Ibérica

Mapa: http://bit.ly/1maE5Ai
1128; la región no musulmana de la Península se encontraba dividida en cuatro reinos: el condado de Barcelona, bajo el gobierno del conde Ramón Berenguer III; el reino de Navarra y Aragón, regido por Alfonso I, el Batallador; el reino de León, que regentaba Alfonso VII de León; y el condado de Portugal, que por aquel entonces pugnaba por convertirse en un reino independiente con el futuro Alfonso I de Portugal a la cabeza.
En esa fecha  está documentada la primera presencia de la Orden del Temple en la Península Ibérica. En Portugal, la orden religioso- militar recibió el castillo de Soure de la mano de la condesa Teresa de León, madre de Alfonso Enríquez- futuro Alfonso I. 
En el post de la pasada semana os pedía que recordarais el nombre de Hugo Rigaud, Maestre designado por Hugo de Payns para gobernar los territorios de Languedoc, Provenza y España. Este caballero templario estuvo presente en el primer contacto de la Orden del Temple con España. Ocurrió tres años después de la cesión de la fortaleza de Soure.
1131, Barcelona. La instauración de la Orden del Temple llega a oídos del conde Ramón Berenguer III, el Grande. A sabiendas de que el término de su vida estaba próximo, decide entregarse en cuerpo y alma a la orden templaria. Cinco días después, fallece. Además de su persona, donó a los templarios el castillo de Grañena (en la actual provincia de Lérida), una entrega en la que estuvo presente Hugo Rigaud, en calidad de Maestre provincial templario. Poco tiempo después, Armengol VI, sucesor de Ramón Berenguer III, les donó la fortaleza de Barberá, cercana a la localidad de Montblanc. De nuevo con Hugo Rigaud como testigo de la concesión.
La Orden del Temple se establecía de esta manera en el condado de Barcelona y adquiría un compromiso con los cristianos de la Península Ibérica en su particular guerra contra el Islam, una batalla en la que la colaboración de los templarios- y de otras órdenes religioso-militares- sería fundamental.
1131, reino de Aragón y Navarra. Alfonso I, el Batallador tenía en alta estima a las órdenes religiosas de Tierra Santa con presencia en la Península. A saber: la Orden del Temple, la Orden del Santo Sepulcro y la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Tanta, que decidió designarlas como únicas herederas de su reino. En 1134, próxima su muerte, ratificó el testamento. Sin embargo sus súbditos no iban a aceptar de buenas a primeras que el reino de Aragón y Navarra quedara a merced de tres órdenes religiosas con vocación militar. Esto causó la escisión del reino en dos; los nobles navarros nombraron rey a García Ramírez, mientras que los aragoneses escogieron a Ramiro, hermano del fallecido Alfonso I. Unos años
Castillo de Miravet, feudo templario desde 1153 (Ernest Descals)
después, Ramiro II, el Monje abdicó en Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, permitiendo la unificación de Aragón y Cataluña. Todo este proceso histórico es fundamental para ilustrar la penetración y asentamiento de la Orden del Temple en las regiones de Cataluña y Aragón. Ramón Berenguer IV convirtió a los templarios en la orden más privilegiada del reino: les entregó tierras, rentas, fortalezas y un quinto de todos los territorios que conquistara, les eximió del pago de impuestos, peajes y tributos y les garantizó que su consejo sería determinante a la hora de firmar cualquier tratado o tregua con los musulmanes. Su participación en la lucha contra el reino islámico se convirtió en realidad en torno a 1148, cuando se pusieron a las órdenes de Ramón Berenguer IV para enfrentarse a los almorávides y reconquistar las plazas de Tortosa y Lérida.
 

El episodio de Calatrava 
Es posible que la Orden del Temple pisara el reino de Castilla en alguna fecha anterior, pero su primer contacto oficial, documentado, tuvo lugar en 1146 con la entrega de Villaseca, cerca de Soria, por parte del monarca Alfonso VII. Unos años después- la fecha se desconoce- recibieron la fortaleza de Calatrava. Ubicada en la calzada que conectaba Toledo y Córdoba, era un enclave fundamental en la pugna que mantenía cristianos y musulmanes por el control de la vía de comunicación.
Llegamos al año 1157. La dinastía almohade, tras conquistar la plaza de Almería, amenaza con lanzar sus ejércitos contra Toledo. En medio, la fortaleza de Calatrava. En su interior, unos caballeros templarios que sufrían la escasez de medios económicos y humanos para el combate. No podían hacerle frente a un ejército almohade. Eligieron abandonar y devolvieron la fortaleza de Calatrava a Sancho II, uno de los sucesores en el trono de Alfonso VI. De esta deserción nació una nueva hermandad: la Orden de Calatrava. Su éxito de convocatoria y reclutamiento evitó cualquier intento de ataque almohade sobre la ciudad de Toledo. El prestigio de la Orden del Temple en el reino castellano se vino abajo igual que una casa de naipes ante un ligero soplo de aire y su desarrollo y extensión por esas tierras tendría que esperar casi un siglo, hasta que los reinos de León y Castilla- separados a la muerte de Alfonso VI y entregados a sus dos hijos Sancho III y Fernando II- vuelven a unirse en 1230.
Para entonces, la expansión de la Orden del Temple había llegado a prácticamente todos los reinos de la Península Ibérica y su contribución en la lucha contra el Islam había reducido la invasión musulmana a unos pocos reinos de taifas. En 1238 sólo el reino nazarí de Granada permanecería bajo su influencia. Sin embargo, tenían cada vez más competencia dentro de la Península Ibérica con el desarrollo de las órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, que se unían a la órdenes ya presentes en el territorio ibérico. 
Recalco que la mayor parte de los reinos hispánicos habían acogido a la Orden del Temple. A pesar de estar en la esquina más occidental de la Península, Galicia no se quedó aislada del contacto templario. Pero esa es una historia que conoceréis la semana próxima. Igual que en el post anterior, os lanzo una pregunta: ¿Por qué creéis que en el territorio gallego no hubo- o no se tiene- tanta constancia del paso de la Orden del Temple? 

8 comentarios:

  1. Iván deVic (Kousas)1 de marzo de 2014, 12:23

    Gran artículo, interante, claro y conciso, digno de ser compartido en las redes sociales por los amantes de la historia.

    Muchas gracias por tu aportación

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    1. Gracias a ti por dedicarte unos minutos de tu tiempo y por la valoración, se agradece mucho. Espero que las siguientes entradas estén al nivel.

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  2. Gran trabajo de documentación y redacción, deja con ganas de seguir leyendo, en cuanto a la pregunta que dejas yo diría que tiene algo que ver con la orden de Santiago, ya que esta, aunque no tuviera su cuna ni su sede en territorios gallegos, tenía como cometido la protección de los peregrinos del camino de Santiago, y estaba dedicada a Santiago el Mayor, que gozaba de gran devoción en la península.

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    1. Muchas gracias y gracias por responder a la pregunta. La idea que aportas me parece realmente interesante, no se me había pasado por la cabeza, investigaré sobre ella, creo que puede dar por otro post. ¡Mil gracias!

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  3. Un interesante artículo.
    Puesto que se trata de un trabajo de fin de grado quiero hacerte notar un error que considero tipográfico, ya que cuando hablas de Alfonso VI (1047 - 1109) en el episodio de Calatrava (1146) supongo que te refieres a Alfonso VII.
    Un saludo

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    1. Efectivamente, el rey es Alfonso VII, eso pasa por escribir demasiado rápido.
      Muchas gracias por avisar, de no ser por ti seguiría ahí el fallo.
      Un saludo.

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  4. Como faço para adquirir um livro que narre esta história? Nome do autor e editora, gostaria muito. Agradeço.

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    1. Si estás interesada en la historia de los templarios en general, El libro negro de los templarios, de Laurent de Vargas (editorial Swing) me ha parecido muy interesante. Si prefieres centrarte en las andanzas templarias por la Península Ibérica: Los templarios en los reinos de España, de Gonzalo Martínez Díez (editorial Planeta). Espero que te sean útiles estas sugerencias. Un saludo.

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